lunes, 20 de septiembre de 2010

Círculos concéntricos

"Pero ¿qué ocurre cuando la introspección desarrolla una densidad que borra el mundo de su alrededor?"

Contrapunto, Don DeLillo



Primer circulo
: lentitud, ingravidez.

"Dio las gracias con tanta calma que todo empezó a ir a cámara lenta y por un segundo creyó que estaba nadando"

L.A. Confidential, James Ellroy



Segundo círculo
: lentitud, ingravidez, atemporalidad.

"Fuera de ti el tiempo no transcurre en absoluto. Es asombroso. El ballet vespertino que tiene lugar allí abajo se mueve a cámara lenta, con movimientos pesados de mimos sumergidos en jalea azul. Si quisieras podrías quedarte aquí encima para siempre, vibrando tan deprisa por dentro que flotarías inmóvil en el tiempo, como una abeja flotando inmóvil en el tiempo, como una abeja flotando sobre alguna sustancia dulce."

Entrevistas con hombres repulsivos, David Foster Wallace



Tercer círculo
: lentitud, ingravidez, atemporalidad: disolución.

"Hay como una idea de Patrick Bateman, una especie de abstracciones pero no hay un yo auténtico, sólo una entidad, algo ilusorio, y aunque yo pueda disimular mi fría mirada y tú puedas estrecharme la mano y notar que su carne aprieta la tuya y puede que hasta puedas considerar que nuestros estilos de vida son parecidos: sencillamente no estoy aquí. Me resulta difícil tener sentido en un determinado nivel. Mi yo es lago fabricado, una aberración."

American Psycho, Easton Ellis

viernes, 2 de abril de 2010

Experiencias de la ciudad




"Londres se me había agriado tan rápidamente. La gran ciudad, centro del mundo, en la que, huyendo del desorden, esperaba encontrar el principio del orden. El aspecto físico me había prometido tantas cosas. Aquella maravilla de luz, suave, sin sombras, siempre protectora. Hablan de la luz de los trópicos y la de sur de España. Pero ninguna como la luz de la zona templada. Era una luz que daba solidez a todas las cosas y arrancaba color del corazón de todos los objetos.(...)

La luz se retiraba lentamente, dejando un azul que se hacía más intenso, de tal manera que, antes de que las luces eléctricas empezasen a hacer su efecto, el mundo parecía totalmente ácueo, y hubiéramos podido encontrarnos en el fondo del océano."

El Londres de V.S. Naipaul en Los simuladores






Todas las calles del centro descienden entre cañones más y más profundos hasta una amplia plaza en forma de riñón, llena de oscuridad. Las paredes de calles y plazas están perforadas de cafés y cubículos habitados, algunos de muy poca profundidad y otros que se alargan hasta más allá de la vista formando una red de pasillos y habitaciones.

El Nueva York de W.S. Burroughs






"Los jardines del Buen Retiro eran sitio estratégico
e importante para la burguersía de madrileña de hace más de treinta años. En aquellos Jardines se podrían pasar las noches de verano de una manera agradable. Era un lugar relativamente céntrico, contiguo a la plaza de la Cibeles; había en él un teatro grande, árboles, boscajes para parejas misteriosas, un café y música.

El jardín presentaba un soberbio aspecto de noche, iluminado con brillantez por los voltaicos. Cruzaban damas elegantes y señores bien vestidos. Se lucía, se coqueteaba, se piropeaba y se cambiaban miradas ardientes entre unas y otros.
"

El Madrid de Baroja en Las noches del buen Retiro



lunes, 22 de marzo de 2010

Scorsese ya no es uno de los nuestros


La última película de Martin Scorsese, Shutter Island, empieza con el plano de un barco que intenta abrirse paso entre la niebla. Ésta es quizá la imagen que mejor define la película, un barco que intenta llegar a buen puerto, sin conseguirlo.

Scorsese, director que desde los convulsos años setenta, nos ha regalado indiscutibles obras maestras del calibre de Toro salvaje, Uno de los nuestros o !Jo, qué noche! parece estar pasando por una mala racha, y digo bien, porque desde Casino (1993), no crea algo digno del nivel que se le supone.

Tras dos tímidos intentos de recuperación con Al límite (1999) y El aviador ( 2003) , el director de Malas calles no ha vuelto a ser el que era, ahí están kundun o su penúltima película, Infiltrados, una copia del muy respetable thriller hongkonés Infernal Affairs.


Shutter Island, basada en la novela homonima de Dennis Lehanne, describe las pesquisas del agente federal Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y su compañero Chuck Aule (Mark Ruffalo), encargados de investigar la desaparición de una interna en el hospital psquiátrico de Ashecliffe, especializado en delicuentes y psicópatas. Tras las primeras averiguaciones, ambos se percatarán de que en la isla nada es lo que parece.


DiCaprio realiza una de las peores actuaciones de su carrera junto a Scorsese, firmando una interpretación anodina y sin matices, que se acomoda más en la mueca que en el sentimiento. Más de lo mismo para Marc Ruffalo, que no nos recuerda ni por un momento al sólido secundario de Zodiac.

Como curiosidad podemos ver a Max von Sydow junto a Ben Kingsley, que tira de oficio y salva dignamente su papel como director del centro. El resto de actores está bien elegido, pero naufragan todos en mitad de un guión mal estructurado, a cargo de Laeta Calogridis, coguionista de Alejandro Magno, colaboración que le valdría una nominación a los Razzies del 2004.


Abundan también en la película, numerosas referencias cinematográficas, desde El gabinete del Dr Caligari a Hitchcock, pero no aportan nada a la trama, ya que en ningún momento se logra la atmósfera cualquier centro lleno de criminales y pasillos largos debe tener.

Echamos de menos la mirada personal de un Scorsese, que salvo algún movimiento de cámara, no hace gala de su habitual audacia a la hora de contar historias, véanse sino, los incontables fallos de continuidad o incluso algún que otro salto de eje.

No sé sabe para qué, la película da un giro final tan tramposo como sorpresivo, que no alivia el aburrimiento acumulado para entonces. Si buscan un final impactante y bien hecho, recomiendo Las dibólicas (1955) de Clouzot. Comparar ambos finales, es buen ejercicio para entender la diferencia entre mentir y encandilar.

Scorsese presentó Shutter Island en el pasado festival de Berlín, donde mencionó la posibilidad de volver a trabajar con Robert DeNiro. Esperemos que así sea y que vuelvan ambos a ser lo que todos esperamos. Mientras hay cine, hay esperanza.





sábado, 26 de septiembre de 2009

Chet Baker: a cool way of life.


Bruce Weber ha presentado estos días en Madrid Let's Get Lost, documental de incontestable belleza sobre la vida del errático Chet Baker. Aprovechando la coyuntura recordamos aquí la figura de Chettie (como le llamaba su madre), mediante tres momentos:

El origen, el elegido y a cool way of bebop.

El origen: perder un diente y ganar un sonido.


La dentadura de Chet Baker es sin duda una de las más controvertidas de la historia de la música, es famosa por ejemplo la paliza que le hizo saltar casi todos los dientes, pero en pocas ocasiones se narra el accidente (que junto a otros factores, escúchese Birth of the Cool) incidiría decisivamente en su sonido apenas con trece años, a saber:

Jugando con unos vecinos Baker se rompió el incisivo izquierdo tras hacer rebotar una piedra en una farola, el padre de Chet se enfureció gritando que el chico no podría volver a tocar, pese a ello, Chet siguió practicando ignorando que sin un incisivo era imposible controlar el flujo de aire, convirtiendo así esta tara en parte de su estilo. Vera, su madre, lo llevó al dentista para que le hicieran un diente de quita y pon que nunca se pondría.

Obligado o no por los accidentes con su dentadura, a Chet no pareció importarle nunca la potencia con que pudiera tocar, “me da la sensación de que la mayoría de la gente se deja impresionar solo con tres cosas: la rapidez con que toques, los agudos que consigas, la fuerza y el volumen que le saques al instrumento” recuerda en sus memorias.

El elegido o como decir: I'am here Bird.

Verano de 1952, en Hermosa Beach hace un calor de ahogo, los Cadillacs refulgen dentro y fuera del mar, las mujeres se funden con la línea del horizonte, por entonces en la cabeza de Chet Baker empezaban a romper las olas.

En el interior del Tiffany Club, Charlie Parker llevaba a cabo una especie de casting para elegir al trompeta que le acompañaría en su gira por el sudeste de California. Alrededor de cuarenta trompetistas abarrotaban el local cuando Parker preguntó por Chet Baker: “Is Chet Baker here?”, momentos después surgido de la sombra y el frío Chet respondió: “Yeah, Bird, I´m here”. Según Chet Baker bastaron dos canciones para que Bird apostara por él.

La historia parece formar parte de uno de los sueños húmedos del joven Chesney, a juzgar por algunos testigos, nunca hubo ninguna convocatoria de ese tipo. Aunque tiene cierta gracia ver al Chet de los ochenta contando la historia, máxime cuando existen grabaciones pirata del combo semanas después, en las que se pueden escuchar a Baker “fallando entradas y haciendo esfuerzos para no desafinar”. Pese a todo, es evidente que algo debió ver el genio de Kansas City en aquel joven músico.

A cool way of bebop:

Aunque Chet Baker jamás practicara otra cosa que el sonido cool, sus últimos años de vida no fueron más que un frenético y ardiente solo de Bebop, ya que entre otras cosas conseguiría:

Ser arrestado en Italia por falsificar recetas robadas, también arrestado en Berlín en 1964 por los mismo, intentar asesinar a su mujer de una sobredosis, llegar a tener un club en Europa con su nombre, casi hacer una película con Dino de Laurentis y también con Susan Hayward, ¡pasar por el Jamboree y tocarnos algo! (además de conseguir también en Barcelona un juego de agujas extrafinas para pincharse en el dorso de la mano), ser deportado de Alemania, rechazado en Francia, Italia, Suiza y amado de nuevo en Alemania, Austria, Francia, Bélgica, Italia, Dinamarca, Noruega, Inglaterra y Suiza, vender sus derechos de autor al cabrón de Richard Carpenter (gangster especialista en abordar a músicos en situaciones difíciles), tocar en la calle, cambiar de mujer, emborrachar a su hijo discapacitado para que se calmara, hacer que su mujer pasara droga por la frontera diciéndole que era legal, frecuentar calles dudosas para que por fin le reventaran la boca tres o cinco jóvenes negros o cuatro tíos altos blancos (según la versión), dar chivatazos a la policía, rodar un documental de su vida nominado al Oscar, Let´s get lost, trabajar en una gasolinera, tocar sin diente natural alguno, pegar a su madre, romperle una costilla a la mujer del momento, Ruth Young, Diana Vavra, conseguir metadona en Niza, de nuevo Ruth Young, de nuevo Vavra, Palfium, tirar un televisor por la ventana en un ataque de cólera, perfeccionar la técnica de los speedballs, ser delicado y trágico hasta el delirio en The touch of your lips, tocar con Pieranuzzi, Costello, abuchear a Van Morrison (había que tenerlos bien puestos), criticar a Wynton Marsalis, casi morir quemado al quedarse dormido con el cigarrillo encendido, quedarse dormido al volante, quedarse dormido para siempre y arder de placer como un perfecto hijo de puta cada vez que alguien “pincha” un disco del gran, gran Chesney Henry Baker, Jr.


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Cook, Richard y Morton, Brian. Penguin Guide (8TH ED).
Kernfeld, Barry.The New Grove Dictionary of Jazz. Oxford University Press, USA, 2003.
Gavin, James. Deep in a dream. Mondadori, Barcelona, 2004.
Gioia, Ted. West Coast Jazz. Oxford University Press, USA, 1992.
Baker, Chet. Como si tuviera alas. Las memorias perdidas. Mondadori, Barcelona, 1999.






lunes, 21 de septiembre de 2009

James Dean, Proust y las mujeres de la calle.


Observo la imagen de James Dean paseando por Manhattan. El tiempo: 1955. Él: pizpireto y resuelto como una bailarina de Degas. Se dispone a dar un paso: la pierna izquierda al frente, las manos en los bolsillos, el cigarro humeante como los ojos.

Está en mitad de una sombra, como estamos todos, porque la vida siempre te enseña el lado menos opaco y no el menos azul del asunto. Rodeado de clubs nocturnos James Dean camina despacio descubriendo la mañana. Caminamos con él, malentendidos, porque camina a su aire pero sigue habiendo algo de pose, porque estamos en pleno día en mitad de una calle destinada a la noche o porque al fondo hay un hotel que lleva su nombre, Jimmy Ryan´s. Lo leemos a la izquierda, Jimmy Ryan´s y tantas cosas nos recuerdan que el hotel bien podría haberse llamado Jimmy Dean´s y no Ryan´s. ¿Dónde está Ryan ahora que sabe que no es Jimmy Dean sino Jimmy Ryan´s? Apuesto a que está barriendo, junto a una cama usada, donde la noche antes alguna señorita había jugado al bebop hasta la obscenidad de su cuerpo.

Un cuerpo también pizpireto y resuelto, como el de Jimmy Dean (a otras) horas después. Sin embargo, lo único verdadero de la imagen es el viejo Jimmy y esa señorita adicta al jazz ¿Por qué? Porque la realidad se construye con un grito en el pecho:

Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de madalena que mi tía Leoncia me ofrecía.

Así, Proust mediante una magdalena que ya es universal, nos recuerda que la realidad se funda del lado del corazón donde se hallan los gritos, los jadeos, los aromas, la niebla o la arena de la boca. No sentimos lo real, sino que realizamos las sensaciones.

Y quizá sea ese el trabajo del actor, de la prostituta, de James Dean. Ofrecer un trozo de carnal madalena, llegar a una sensación (sobretodo inventada) que aunque nos deje en medio de una sombra o un malentendido, nos haga esquivar esa parte negra del corazón por donde se escurre la vida y la memoria.